Calasparra es uno de los municipios murcianos que más rápido han sabido ganarse a los turistas. No solo por el encanto de su gastronomía como es el arroz, que cuenta con denominación de origen, o por su extenso patrimonio en el que se incluyen la Torre del Reloj o restos de lienzos de muralla del castillo musulmán, sino también por la amabilidad de sus gentes. Aparte de eso, el municipio registra ciertas peculiaridades. Por ejemplo, su santuario más importante, el de Nuestra Señora de la Esperanza se sitúa en el interior de una cueva natural.
En el Santuario hay dos imágenes de la Virgen de la Esperanza: la Pequeñica y la Grande. Cualquiera puede entrar gratuitamente a admirarlas. Además, lo que más asombra al turista y peregrino es la forma del Santuario. Pese a estar excavado en una zona rocosa, durante siglos las aguas del Segura han seguido moldeando el terreno donde actualmente se ubica la ermita y la casa del pastor.
Y es que en su origen, el Santuario era la casa de un hombre del campo que se encontró por casualidad la imagen de la Virgen. Se intentó trasladar a otro lugar más seguro, pero debido a su peso, los lugareños pensaron que la Virgen deseaba quedarse en dicho lugar.